sábado, 17 de noviembre de 2007

Separata especial: Una historia adolescente

Un grupo de adolescentes, compañeros de liceo. De un liceo en las cercanías de Millán y Castro. Deciden reunirse a jugar el juego de la copa. En una noche de invierno, aprovechando que la casa de una de las chicas quedaba sola, se reúnen con ese fin. Las motivaciones en el grupo eran variadas, algunos estaban allí por curiosidad, otros por escepticismo, alguno que otro con la intención de conquistar, o de ser conquistado.
El hecho en si es que diez jóvenes se disponen a tener un contacto con el más allá. Reunidos en la casa, después de comer unas pizzas y enterarse bien en que consistía el juego, empieza la preparación. Eligen una mesa donde la copa pueda deslizarse bien, preparan las letras, los números, y demás requisitos necesarios para poner en marcha el juego. Entre risas e incertidumbre toda queda pronto. Dispuestos ya a empezar colocan un par de candelabros en la mesa y apagan las luces. Los primeros diez minutos se pierden entre el nerviosismo y las bromas. Alguno hace “manito” con la chica de sus sueños y los eternos atolondrados piden comunicarse con John Lennon o hacen alguna otra broma por el estilo.
Los que estaban realmente interesados en saber en que consistía el juego y en ver si de verdad pasaba algo empiezan a pedir seriedad. En algún momento sin que nadie se diera cuenta se fue gestando el clima necesario. Y la primera señal la dio el fuego de las velas. Uno de ellos se percata de que este titilaba de forma extraña. Parecía serpentear o bailar, moverse con vida propia. Dejando entrever pequeñas luminiscencias y chisporroteos en la base de la llama, como si el pabilo estuviera mojado, o algo así. Cosa que no había sucedido antes. El ambiente cambió en ese momento. Lo que antes eran risas y bromas se torno más serio y ceremonial. El más escéptico dijo que seguramente había una corriente de aire entrando por algún lado. Pero la dueña de casa le recordó que estaban en invierno y todas las ventanas estaban cerradas. El que supuestamente sabía realizar el juego explicó que seguramente esa era una señal de que había un espíritu cerca. Pero que no podía entrar en la copa debido a que no todos estaban concentrados. El clima se fue tensando un poco más. El que hacía de interlocutor con los espíritus, preguntó: “espíritu de la copa, si estás ahí danos una señal” en ese momento el fuego de las velas comenzó una danza enfebrecida y a brillar de una manera particular.
Seguramente el espíritu que estaba allí no podía terminar de hacer contacto debido a la falta de seriedad y convicción de los presentes. Dijo otro que parecía entender algo del juego. Pero lo importante de esto fue que hasta el más escéptico empezó a prestar atención. Tendríamos que pensar en un espíritu en particular para tratar de comunicarnos con él dijo otro de los presentes. Una chica pidió por su abuela que había muerto hacía muchos años. Una risa apretada fue acallada por otro participante e intentaron cumplir con el pedido. La copa seguía sin moverse, el que hacía las veces de maestro de ceremonia pidió al espíritu una señal. En ese instante, un reloj cucú colgado en la pared de otra habitación sonó un par de veces, en una hora cualquiera. Cuando estaba preparado para sonar a la hora en punto. La tensión siguió en aumento. Algunos ojos estaban desorbitados y lo que habían sido risas y juegos se estaba convirtiendo en otra cosa. La copa seguía sin moverse, pero la llama de las velas no dejaba de titilar. De pronto uno de los chicos que había quedado absorto mirando la copa, levanta la mirada y dirigiéndose a la chica que había pedido comunicarse con la abuela, se la describe con lujo de detalles. Todos preguntan si la descripción había sido correcta y la muchacha asiente. ¿Pero como podía describir a la abuela muerta de su compañera siendo que ella no la veía desde que tenía ocho años? Y sobre todo cuando esta nunca había hablado de su abuela, ni mostrado ninguna foto a nadie de los presentes.
-“Acabo de ver su reflejo en la copa.” – Dijo el chico. El silencio fue absoluto y una ráfaga de miedo invadió hasta al más tranquilo. Algo estaba sucediendo, la copa no se movía pero si estaba dando señales claras de que había algo allí sobrenatural.
Volvieron a pedir seriedad y compenetración. Esta vez no hubo ninguna broma. Alguien pidió de nuevo una señal de que había un espíritu en la copa y comenzó a sonar el teléfono. El sobresalto fue enorme. La dueña de casa se dispuso a atender. Se levanto de la mesa y se dirigió hasta el aparato, levanto el tubo y se oyó su voz preguntando quien era. Luego de un silencio, se volvió a sentir la voz de la chica muy nerviosa esta vez. Pidiendo al que estaba del otro lado que se presentara. –“¿Quién habla, quién habla? – Insistió. Y de nuevo silencio. En ese momento cayo desmayada, y se sintió el golpe de su cuerpo en el piso. Todos se levantaron prendieron las luces. Un momento de zozobra y miedo. Dieron vuelta la copa, se apagaron las velas, todos corrieron de un lado para otro, alguno ayudaba a la chica a incorporarse, otro le trajo agua. Cuando despertó dijo haber sentido una risa siniestra que le heló la sangre y la hizo sentir un miedo inenarrable. Terminada la extraña sesión, y para distender la situación se quedaron allí reunidos en el living de la casa. Lejos de la mesa, tomando café, o fumando un cigarro. Intentando sacar adelante una conversación que los sacara de ese mal momento vivido. Un par de chicas decidieron quedarse a dormir con la dueña de casa, para no dejarla sola. Algunos se fueron raudos, en un taxi. Otros se quedaron a esperar las primeras luces de la mañana para irse. Por no dejar a las chicas solas, excusaron. Uno consiguió lo que quería, lo único que le importaba, acercarse a la chica de sus sueños en ese momento. Pero desde aquel día en adelante, ninguno de ellos volvió a jugar a ese juego, ni tan siquiera a mencionar lo ocurrido aquella noche. Lo se porque fui parte de ese juego, y presencié todo lo que les cuento de esa noche.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Millan y Castro... mmm, era el Mariano o el IBO?, mas alla de eso, Alberto Laiseca estaría agradecido por este relato.
Abrazo
Gonza BKSHP

Anónimo dijo...

mmmmmm, me resulto un poco escalofriante el relato !!!! atrapante sin dudas.beso PIPI