miércoles, 19 de marzo de 2008

Recitales: Buceando en las raíces del sueño. Breve historia del rock progresivo. Antesala a Dream Theater en Bs. As.



El 3 de marzo llegó y estuvimos con mi hermano y un amigo en el Luna Park, llenos de expectativas, que no fueron defraudadas, para ver a una banda con más de 20 años de historia. Una historia que ha pasado desapercibida gracias a la miopía de los medios de masificación cultural que nos dan la pastillita todos los días para hacernos más homogéneos e inocuos. Esta banda, Dream theater, despertó de su tumba al rock progresivo, y se convirtió en un estandarte de una forma de música arriesgada y que pretende permanentemente nuevos caminos y nuevas búsquedas. Como ejemplo puedo citar unas palabras de Mike Portnoy, el baterista y corazón de esta banda, que decía más o menos algo así en una entrevista que leí hace algunos años: Mezclar Slayer con los Beach Boys, y ver que sale, ese es el espíritu de nuestra música.

El rock progresivo para algunos surge del álbum considerado por muchos la piedra filosofal del rock: “Sgt. Pepper´s Lonely Hearts Club Band”. Una explosión en todas direcciones, el big bang; un antes y un después en la historia de la música. El año 1967 fue decisivo para el surgimiento y desarrollo de todo un cúmulo de expresiones musicales que para quien escribe aquí, nunca más fue igualado. Desde el rock sicodélico y espacial de Pink Floyd, pasando por los roces con el jazz rock de Soft Machine, las suites de Moody Blues, la oscura herencia de Procol Harum, los giros medievales de Jethro Tull, la experimentación de King Crimson o el art rock del Genesis de la era Gabriel. Las variantes de expresión de esta forma musical son vastísimas. El inclasificable sonido de Peter Hammill y su Van Der Graaf Generator. El sonido de la escena de Canterbury con nombres como Caravan, Kevin Ayers, Robert Wyatt o el minimalismo del Krautrock alemán de la mano de Can, Amon Düül o Tangerine Dream. Los innovadores y experimentales sonidos de Brian Eno, Robert Fripp ya sin su Rey. En fin, la lista es casi infinita.

Pero la otra pata de este asunto se inicia de la mano de la santísima trinidad del Hard Rock, formada por Black Sabbath, Deep Purple y Led Zeppelín. La parte más metálica, o más pesada de este asunto. La conjunción de ambos estilos, definiría toda una corriente y una forma de sentir la música. Estas; el heavy rock, o heavy metal, y el rock progresivo se convirtieron de a poco en una parodia de sí mismos y perdieron toda su esencia. El punk se encargó de ponerle la tapa al ataúd de estos dos géneros que se pusieron grandilocuentes, bobos y de espaldas a la gente, volviéndose soberanamente soporíferos. El metal resurge de la mano de Iron Maiden y un poco más adelante Metallica termina tirando al género hacia las nuevas fronteras, por su parte la música progresiva de buena estirpe se mantuvo subterráneamente sonando en lugares pequeños, convirtiéndose en semillero de grandes músicos e instrumentistas. Ya iniciados los 90, de la mano del grunge, el rock recupera peldaños de popularidad y vigencia. Y genera espacios para que proyectos que combinan el metal y la música progresiva empiecen a sonar fuertemente. Queensryche, Fates Warning y otras bandas empiezan a hacerse oír. De entre todas ellas será Dream Theater con su disco de 1992, Images & words la que definirá toda una vertiente musical. Pesados, experimentales y melodiosos, esas son 3 de las grandes características que definen la música de esta gran banda, la cuarta y quizás más importante es el virtuosismo que demuestran en su forma de tocar, que sin embargo nunca va en detrimento de la capacidad de expresar sentimientos con potencia y claridad. Sumamente dúctiles en su interpretación pueden pasar de pasajes climáticos, a melodías muy bien logradas o riff demoledores sin que te des cuenta de que ha sucedido. Así que pueden imaginarse las expectativas que había para ver a este quinteto. Hechas las presentaciones, en la próxima parte de la nota vamos directo al grano. Un recital imponente.

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domingo, 2 de marzo de 2008

Recitales: una experiencia única

El 3 de marzo, toca en el Luna Park, en Buenos Aires, Dream Theater. Con mi hermano y un amigo estaremos ahí. Pero de ese recital contaré su historia cuando vuelva. El esperar con ansias este evento me llevó a pensar en la importancia que tiene para mí el poder ver a las bandas en vivo. Eso motivó una especie de racconto que me dejo algunas cosas interesantes. Ir a un recital es ante todo la posibilidad de ver al artista en su máxima expresión. Esto puede ser un arma de doble filo, pero te ayuda a acercarte o alejarte definitivamente del músico o la banda. También se da que reconstruyendo y repasándolos, reaparecen muchos momentos llenos de gente amiga, emociones, historias de vida.

Por eso se me ocurrió hacer una pequeña reseña de los conciertos que más me marcaron en la vida:

1) El principal por varios motivos fue también mi debut en estas lides a las que después convertí en una parte importante de mi vida: Con tan solo 13 años tuve la posibilidad de ver a una de las más grandes bandas en su mejor momento: QUEEN. Vivía en Argentina en esos años y los dos primeros casetes que me compré fueron: Kiss – desenmascarados y Queen – The game. (esos fueron los que yo me compre y los nombro con orgullo, el primero que me regalaron fue de Los Parchis, porque traía la canción de “Erase una vez el hombre” una de mis series favoritas y la que me hizo un verdadero enamorado de la historia, los siguientes tres casetes que me regalaron el día de hoy me dan un poco de vergüenza: uno de Abba, otro de los Bee Gees (ya no estoy seguro ni de cómo se escribe) y otro de los Village People, todos tenemos un pasado oscuro… no? Jejeje! En Argentina tienen la costumbre de vivir todo como un proceso antagónico, Boca o River, Peronismo o…. bueno eso ya no existe, Parchis o Menudo, Soda o los Redondos, Queen o Kiss. Si estás con uno no podes estar con el otro, y si lo hacías tenia que ser a escondidas. Hoy a la distancia puedo decir que tuve mucha suerte, vi a Queen en la gira de lo que para mí fue, es y será su mejor disco. El pináculo de su carrera. Ver a Freddy Mercury, hacer cantar a un estadio entero Love of my life guiándolos con su brazo, hasta el día de hoy me eriza, me emociona. En ese momento me sentí raro, yo no sabía la canción y solo podía mirar a los que a mí alrededor la entonaban emocionados. Pero el espíritu que había en el aire, la sensación de comunión entre la gente, la euforia, fue algo que me hizo sentir parte de un todo por un momento. Y ni que hablar que sentir el solo de Dragon Attack fue el puntapié inicial en mi decisión de querer tocar la batería algún día.

2) El otro gran evento que puedo enumerar fue el primer macro concierto que se hizo en Uruguay: El Montevideo Rock 1. Fue la otra gran experiencia que puedo asegurar marcó gran parte de mi tiempo. Tres días inmerso en un caudal increíble de música, una pléyade de bandas. Ver por primera vez a Los Estómagos con un show arrollador, los ecos de Torturador todavía resuenan dentro mío. Zero y sus sonidos casi de ciencia ficción detrás de sus gabardinas y “raros peinados nuevos” sin contar con la voz de Leonardo Garcia que realmente estaba lejos del resto. Los Traidores y su punk demoledor, mucho antes de que se volvieran una parodia de si mismos en diferentes formatos. El Cuarteto de Nos, con su inefable humor y su indumentaria de viejitas (hace poco vi una película de los Monty Pitón de mediados de los 70, donde utilizaban las misma ropa…. Me pregunto si no habrá un punto de conexión entre ambas propuestas) Neoh 23, que me deslumbró con la potencia en vivo de su guitarrista, Pablo Rodas. Y también la oportunidad de ver a otros grandes que venían del exterior. Fue la única vez que pude ver a Fito, en aquel momento no me gustaba, por mera pose adolescente nomás, recuerdo que me dediqué a despotricar contra él la mitad del recital hasta que una chica que estaba delante de mí me pidió que la dejara escuchar en paz. Ahí me puse a prestarle atención al asunto y me dejé de pavadas. A la distancia debo agradecer a esa chica, resultó siendo un toque increíble, todavía guardo en mi cabeza la imagen del rosarino encaramado en su piano al mejor estilo Jerry Lee Lewis o Charly Garcia. Pero sin lugar a dudas lo que recuerdo como los momentos más emocionantes de ese espectáculo fueron el poder conocer a dos bandas que se convirtieron en un referente para mí, marcando mi forma de ver y sentir el rock, convirtiéndolo en una forma de vida, una actitud ante todo. LEGIOA URBANA y SUMO. De Legiao no conocía más que un par de canciones escuchadas por la radio, que me habían despertado curiosidad. Me deslumbraron, la potencia en vivo de esos tipos era increíble, y Renato Russo se devoró el escenario y se puso a la gente en el bolsillo; hoy su música y su poesía son parte de mi adn, al igual que Sumo, ver a Luca en escena fue algo inexplicable, algo distinto. Nada de lo que vi antes o después se pareció jamás. Esos tipos tocaban como si les fuera la vida en ello y hablo de los músicos, Mollo, Arnedo, Troglio, Daffunchio, Pettinato, dejaban salir parte de ellos a través de sus instrumentos. A Luca ya sabemos que le fue la vida en ello. Transmitían una urgencia, una rabia contenida, unas enormes ganas de enfrentarse a todo, y a la vez una ternura y una alegría escondida en tanta tristeza, furia, sordidez. Sumo me enseño a diferenciar autenticidad, de imitación; honestidad, de cáscara; pasión, de circo; emoción, de espejitos de colores.