domingo, 2 de marzo de 2008

Recitales: una experiencia única

El 3 de marzo, toca en el Luna Park, en Buenos Aires, Dream Theater. Con mi hermano y un amigo estaremos ahí. Pero de ese recital contaré su historia cuando vuelva. El esperar con ansias este evento me llevó a pensar en la importancia que tiene para mí el poder ver a las bandas en vivo. Eso motivó una especie de racconto que me dejo algunas cosas interesantes. Ir a un recital es ante todo la posibilidad de ver al artista en su máxima expresión. Esto puede ser un arma de doble filo, pero te ayuda a acercarte o alejarte definitivamente del músico o la banda. También se da que reconstruyendo y repasándolos, reaparecen muchos momentos llenos de gente amiga, emociones, historias de vida.

Por eso se me ocurrió hacer una pequeña reseña de los conciertos que más me marcaron en la vida:

1) El principal por varios motivos fue también mi debut en estas lides a las que después convertí en una parte importante de mi vida: Con tan solo 13 años tuve la posibilidad de ver a una de las más grandes bandas en su mejor momento: QUEEN. Vivía en Argentina en esos años y los dos primeros casetes que me compré fueron: Kiss – desenmascarados y Queen – The game. (esos fueron los que yo me compre y los nombro con orgullo, el primero que me regalaron fue de Los Parchis, porque traía la canción de “Erase una vez el hombre” una de mis series favoritas y la que me hizo un verdadero enamorado de la historia, los siguientes tres casetes que me regalaron el día de hoy me dan un poco de vergüenza: uno de Abba, otro de los Bee Gees (ya no estoy seguro ni de cómo se escribe) y otro de los Village People, todos tenemos un pasado oscuro… no? Jejeje! En Argentina tienen la costumbre de vivir todo como un proceso antagónico, Boca o River, Peronismo o…. bueno eso ya no existe, Parchis o Menudo, Soda o los Redondos, Queen o Kiss. Si estás con uno no podes estar con el otro, y si lo hacías tenia que ser a escondidas. Hoy a la distancia puedo decir que tuve mucha suerte, vi a Queen en la gira de lo que para mí fue, es y será su mejor disco. El pináculo de su carrera. Ver a Freddy Mercury, hacer cantar a un estadio entero Love of my life guiándolos con su brazo, hasta el día de hoy me eriza, me emociona. En ese momento me sentí raro, yo no sabía la canción y solo podía mirar a los que a mí alrededor la entonaban emocionados. Pero el espíritu que había en el aire, la sensación de comunión entre la gente, la euforia, fue algo que me hizo sentir parte de un todo por un momento. Y ni que hablar que sentir el solo de Dragon Attack fue el puntapié inicial en mi decisión de querer tocar la batería algún día.

2) El otro gran evento que puedo enumerar fue el primer macro concierto que se hizo en Uruguay: El Montevideo Rock 1. Fue la otra gran experiencia que puedo asegurar marcó gran parte de mi tiempo. Tres días inmerso en un caudal increíble de música, una pléyade de bandas. Ver por primera vez a Los Estómagos con un show arrollador, los ecos de Torturador todavía resuenan dentro mío. Zero y sus sonidos casi de ciencia ficción detrás de sus gabardinas y “raros peinados nuevos” sin contar con la voz de Leonardo Garcia que realmente estaba lejos del resto. Los Traidores y su punk demoledor, mucho antes de que se volvieran una parodia de si mismos en diferentes formatos. El Cuarteto de Nos, con su inefable humor y su indumentaria de viejitas (hace poco vi una película de los Monty Pitón de mediados de los 70, donde utilizaban las misma ropa…. Me pregunto si no habrá un punto de conexión entre ambas propuestas) Neoh 23, que me deslumbró con la potencia en vivo de su guitarrista, Pablo Rodas. Y también la oportunidad de ver a otros grandes que venían del exterior. Fue la única vez que pude ver a Fito, en aquel momento no me gustaba, por mera pose adolescente nomás, recuerdo que me dediqué a despotricar contra él la mitad del recital hasta que una chica que estaba delante de mí me pidió que la dejara escuchar en paz. Ahí me puse a prestarle atención al asunto y me dejé de pavadas. A la distancia debo agradecer a esa chica, resultó siendo un toque increíble, todavía guardo en mi cabeza la imagen del rosarino encaramado en su piano al mejor estilo Jerry Lee Lewis o Charly Garcia. Pero sin lugar a dudas lo que recuerdo como los momentos más emocionantes de ese espectáculo fueron el poder conocer a dos bandas que se convirtieron en un referente para mí, marcando mi forma de ver y sentir el rock, convirtiéndolo en una forma de vida, una actitud ante todo. LEGIOA URBANA y SUMO. De Legiao no conocía más que un par de canciones escuchadas por la radio, que me habían despertado curiosidad. Me deslumbraron, la potencia en vivo de esos tipos era increíble, y Renato Russo se devoró el escenario y se puso a la gente en el bolsillo; hoy su música y su poesía son parte de mi adn, al igual que Sumo, ver a Luca en escena fue algo inexplicable, algo distinto. Nada de lo que vi antes o después se pareció jamás. Esos tipos tocaban como si les fuera la vida en ello y hablo de los músicos, Mollo, Arnedo, Troglio, Daffunchio, Pettinato, dejaban salir parte de ellos a través de sus instrumentos. A Luca ya sabemos que le fue la vida en ello. Transmitían una urgencia, una rabia contenida, unas enormes ganas de enfrentarse a todo, y a la vez una ternura y una alegría escondida en tanta tristeza, furia, sordidez. Sumo me enseño a diferenciar autenticidad, de imitación; honestidad, de cáscara; pasión, de circo; emoción, de espejitos de colores.



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