sábado, 24 de noviembre de 2007

Separata especial: De lobos y lunas llenas

La creencia de que algunas personas, voluntariamente, por medio de prácticas mágicas, o involuntariamente, por influjos no controlados, pueden transformarse en animales feroces, está extendida por todo el mundo.
Licantropía es el nombre que recibe esta creencia; la capacidad de convertirse en lobo. Lykos en griego. Pero el animal varía según las zonas geográficas. Así, mientras en la Europa meridional y en buena parte de Asia el lobo es el que representa esa transformación. En la Europa del Norte, a veces se elige el oso; en el Asia Oriental, el animal favorito es la zorra. Kitsune, literalmente “zorra”; pero este animal, tanto para los japoneses como para los chinos, es un animal de aspectos más legendarios que reales. El más inquietante de esos aspectos es su relación de afinidad intercambiable con la mujer, que permite a la zorra adoptar apariencia femenina, así como a ciertas mujeres transformarse en zorra, y divertirse engañando a los hombres ilusionándolos al adoptar formas y maneras de mujeres seductoras.
Nada más lejos del “lobishomen” brasileño, que tiene aspecto rechoncho y de mono; el rostro es amarillento, los labios finos y pálidos, los dientes negros y la barba erizada. Por lo general este ejemplar ataca sólo a mujeres, volviéndolas... ninfómanas. Para neutralizarlo hay que atraparlo cuando está hinchado de sangre y crucificarlo en un árbol con puñales. Acercándonos más a nuestras tierras podemos contar las características que se le atribuyen al lobizón (en Argentina lobisón), nombre que surge como derivado del nombre en portugués. Lo extraño de estas leyendas es que tanto en Argentina como en nuestro país no hay lobos. Por eso la leyenda se adaptó a un zorro, el aguará-guazú. “Cuando en una familia nacen siete hijos varones seguidos; de seguro que el último es lobizón, como también pasa con las mujeres, que se vuelven brujas. Entonces cuando se llega a hombre adulto, los viernes y a veces también los martes de luna llena, a la media noche, este se “emperra” (como se le dice en campaña a esta conversión de hombre en lobo, zorro, perro o incluso chancho salvaje) Una vez convertido sale por las calles del pueblo mata a los niños que no están bautizados y ataca a las mujeres y hombres que encuentra a su paso y la única forma de que se le pase y que no vuelva a transformarse es hiriéndolo con un cuchillo que halla sido mojado en agua bendita; entonces recupera su forma. Pero no se puede fallar al buscar que pierda sangre para recuperarse, porque de lo contrario, este lobizón, cada vez que se convierta tratará de matar a su salvador y su familia. Por eso es que no son muchos los que se animan a herirlo para salvarlo. Por lo tanto es mejor matarlo con una bala que también halla sido bendecida. En la versión europea debe ser de plata.
Según cuenta alguna historia; cuando está convertido suele tener la forma de un perro ovejero muy grande, de pelo negro y duro como crines, cogote grueso y tamañas orejas que le tapan la cara. Las patas también son enormes y tienen uñas grandes y afiladas. Sus ojos son endiabladamente rojos, como “¡tizones del infierno, que parecen que sueltan un llamerío de furia cuando lo miran a uno!”

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