Prólogo a un proyecto trunco
Desde tiempos inmemoriales el hombre a transmitido su conocimiento a través de historias. Antes que la escritura, antes que la palabra misma. El hombre ya contaba sus hazañas por medio de rudimentarios dibujos o gestos y coreografías. Quizás en algún momento halla sido moneda corriente trocar un poco de comida por un relato. Algún objeto por un cuento. Mitos y leyendas. Frases o palabras a las que el tiempo a cambiado de significado, se fueron convirtiendo poco a poco en parte de nosotros mismos.
Vivimos dentro de una historia, la nuestra y también dentro de la historia de las personas que nos rodean, nuestros seres queridos, nuestros vecinos. Somos como los círculos concéntricos que dejan las gotas de lluvia cuando caen sobre el agua, nos mezclamos, nos confundimos, hasta formar parte de un todo mucho mayor. Historias que pueden definir una cultura, la idiosincrasia de un pueblo, el espíritu de una nación. Al mundo entero.
Estos sucesos pasan de boca en boca, hasta perderse en el confín de los tiempos. El hombre de por sí es una historia, tiene un principio, su origen, su pasado, una memoria ordenada. Sabe donde está y a través de sus proyectos y esperanzas, cree saber a donde va.
Muchas veces esas historias enmudecen y se pierden poco a poco. ¿Cuántas veces al día hacemos uso de una palabra sin conocer de ella la historia de donde proviene? ¿Cuántas veces utilizamos una frase sin saber que capricho o contexto histórico fue capaz de producirla? Existen mágicas historias a la vuelta de la esquina, en el musgo que crece en las grietas de las rocas, en el fondo fangoso de un arroyo. Nuestra tierra está llena de ellas. Todavía se cuentan en reuniones familiares, en los mostradores de algún bar, alrededor de un fogón nocturno. Ellas transitan por el tiempo, lenta y silenciosamente, hasta que irrumpen de improviso con la intención de sorprendernos. Alegrarnos, asustarnos, aleccionarnos, advertirnos, o solo entretenernos. No importa el fin, están allí dando vueltas en el aire, esperando encontrar alguna boca cómplice, algún oído incauto. Ecos distantes que todavía se escuchan.
La intención de las páginas siguientes es compartir algunas de estas historias:
Desde tiempos inmemoriales el hombre a transmitido su conocimiento a través de historias. Antes que la escritura, antes que la palabra misma. El hombre ya contaba sus hazañas por medio de rudimentarios dibujos o gestos y coreografías. Quizás en algún momento halla sido moneda corriente trocar un poco de comida por un relato. Algún objeto por un cuento. Mitos y leyendas. Frases o palabras a las que el tiempo a cambiado de significado, se fueron convirtiendo poco a poco en parte de nosotros mismos.
Vivimos dentro de una historia, la nuestra y también dentro de la historia de las personas que nos rodean, nuestros seres queridos, nuestros vecinos. Somos como los círculos concéntricos que dejan las gotas de lluvia cuando caen sobre el agua, nos mezclamos, nos confundimos, hasta formar parte de un todo mucho mayor. Historias que pueden definir una cultura, la idiosincrasia de un pueblo, el espíritu de una nación. Al mundo entero.
Estos sucesos pasan de boca en boca, hasta perderse en el confín de los tiempos. El hombre de por sí es una historia, tiene un principio, su origen, su pasado, una memoria ordenada. Sabe donde está y a través de sus proyectos y esperanzas, cree saber a donde va.
Muchas veces esas historias enmudecen y se pierden poco a poco. ¿Cuántas veces al día hacemos uso de una palabra sin conocer de ella la historia de donde proviene? ¿Cuántas veces utilizamos una frase sin saber que capricho o contexto histórico fue capaz de producirla? Existen mágicas historias a la vuelta de la esquina, en el musgo que crece en las grietas de las rocas, en el fondo fangoso de un arroyo. Nuestra tierra está llena de ellas. Todavía se cuentan en reuniones familiares, en los mostradores de algún bar, alrededor de un fogón nocturno. Ellas transitan por el tiempo, lenta y silenciosamente, hasta que irrumpen de improviso con la intención de sorprendernos. Alegrarnos, asustarnos, aleccionarnos, advertirnos, o solo entretenernos. No importa el fin, están allí dando vueltas en el aire, esperando encontrar alguna boca cómplice, algún oído incauto. Ecos distantes que todavía se escuchan.
La intención de las páginas siguientes es compartir algunas de estas historias:
2 comentarios:
Gus... he pasado silenciosamente por el blog. Esto de las separatas especiales me pareció un material excelente. Gracias por compartirlo. Sigo leyendo... Besos
Sin dudas escritor, escribiendo esta usted dejando su tarea cumplida, las historias buscan su espacio, de alguna forma salen, afloran en conquista del mundo q las espera sin saberlo, el libro quedo trunco, pero las voces no quedaron atrapadas dentro de èl.
Felicitaciones!! PIPI
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