jueves, 1 de abril de 2010

Nadie nos creería, nuevo libro sale a la calle a mediados de abril


Estimados lectores y amigos, les cuento con mucha satisfacción que a mediados de abril, estará en la calle mi nuevo libro: NADIE NOS CREERÍA editado por Bambú Ediciones. Este libro de cuentos es el tercero.
Para contarles un poco de que va la cosa, prefiero aprovechar las palabras de quien hiciera el prólogo del mismo, mi estimada amiga Claudia Amengual:

Prólogo


Viene el autor y pide un prólogo para su obra. Y resulta que aquél a quien se ha señalado la tarea, siente el privilegio de haber sido elegido para apadrinar (o amadrinar, según el caso) un texto que nació de la sola inquietud de un espíritu y que ahora, por gracia de la publicación, se expandirá hasta el infinito y se resignificará en cada lectura. Por tanto, quien escribe un prólogo, oficia de médium y propicia ese trinomio: autor-texto-lector, imprescindible para que exista el hecho literario. Tal es la responsabilidad del prologuista. Tal es el honor que se le ha conferido.

***

Nadie nos creería es una selección de relatos de Gustavo Aguilera; relatos precedidos por una paratextualidad que no sólo acompaña la obra, sino que oficia de marco conceptual. Sabido es que el clima literario no se crea, sino que se logra a través de una ambientación adecuada. A este respecto, los paratextos cumplen una función esencial. En este caso, la estructura general, los títulos, subtítulos y epígrafes no son detalles menores. Por tanto, atraviese el lector con sumo cuidado las páginas de este libro sin saltearse esas piedritas que el autor ha querido deslizar entre sus relatos y que, lejos de obstaculizar el flujo de la lectura, son guía y luz para el camino.

Los relatos que Gustavo Aguilera presenta en esta selección tienen la textura de una cierta mística borgeana o quizá cortazariana. Es en el juego de espejos, en la realidad que “se partió en dos por sus costuras”, o en las identidades ocultas y cambiadas, que surgen reminiscencias de los citados autores. La soledad concebida como el mal inevitable de estos tiempos es desmitificada, y pasa a ser una opción, una forma de vida. Pero hay, sobre todo, una fuerte pulsión vital y un deseo de ir tras una honestidad existencial que habilita el juego de los sustitutos, del cambio de identidades, pero no negocia con la esencia. Los personajes son brutalmente genuinos –incluso cuando mienten, porque vuelven esa mentira su forma de vivir, es decir, la convierten en realidad.

Hay, así mismo, un cuidado del lenguaje poético –tan evidente en relatos como “El cielo ya no es el mismo” o en “Farfalla”- para describir la nostalgia de un mundo que fue, o para realzar un planteo ontológico -como en “Crónica de un habitante de Calisto”-, o para dejar preguntas acerca de la manipulación del deseo y el papel que juega en esto la voluntad –como en “La campaña”. El enfoque de Aguilera en alguno de sus relatos es trascendental y transita lo fantástico desde una realidad que ni la ciencia ni la lógica pueden explicar, pero que no por eso es menos creíble. Las reglas de la verosimilitud quedan establecidas como un juego en el que el lector entrará gustoso de la mano de un buen manejo de la herramienta del lenguaje. Aguilera incursiona también en el realismo más duro e indaga en la existencia de los monstruos de la intimidad, ese reducto familiar o laboral donde pueden desatarse los peores infiernos. Presenta en algunos relatos –“Si supieran” y “Perros cebados”- las facetas más oscuras del individuo y los abismos hasta donde las bajas pasiones lo pueden conducir.

Es un libro escrito con corazón y con oficio. El corazón está presente en el acto apasionado de escribir; el oficio se percibe en el manejo de las técnicas literarias –por ejemplo, un desenlace regresivo en “Relación virtual”, relato que tiene su golpe de efecto al final, es cierto, pero que no está subordinado exclusivamente a ese efecto, sino que se sostiene por un impecable manejo del diálogo, en este caso, virtual. El libro todo trasunta una nostalgia controlada, una cierta oscuridad y quizá unas cuantas esperanzas rotas o perdidas. Pero no quedan trazas de pesimismo una vez concluido, sino la sensación agradable de enriquecimiento intelectual que deja toda buena lectura. Por encima de las anécdotas, sobrevuela un espíritu rebelde que no se resigna a aceptar ciertos dogmas de la posmodernidad, que reivindica el sentimentalismo, no como un alarde de cursilería, sino como el rescate de una forma distinta de percibir la realidad.

No estoy segura de que exista una crisis de la ficción en el Uruguay de nuestros días, tal como se comenta en el ámbito editorial. Tampoco estoy segura de que se lea poca poesía y mucho menos aún pocos cuentos. Quizá la verdadera crisis esté en las decisiones editoriales, en lo que se elige –legítimamente, debo decirlo- publicar o no, y en las consecuencias que eso trae con respecto a la creación de un tipo de lector, un lector que se acostumbra a, o se entrena para leer ciertas manifestaciones literarias en detrimento de otras. Por tanto, celebro la publicación de estas páginas.
Claudia Amengual

1 comentario:

Clara Avellino dijo...

Gustavo soy Clara Avellino (22 años), y hoy haciendo tiempo en el centro encontré en una librería un libro que me interesó muchisimo y que me sorprendió por la simpleza y a la vez por la profundidad del título: "Nadie nos creería" como no tenia el dinero suficiente no puede comprarlo pero volveré sin falta mañana. De todas formas, quería contarte que leí el prólogo y me gustó muchisimo; además yo también soy escritora (aunque solo edité un libro recién...)y me gustaría compartirlo ya que creo que se complementan de alguna forma...bueno te dejo mi mail por si te interesa: claraavellino@hotmail.com
y felicitaciones!!