El 3 de marzo llegó y estuvimos con mi hermano y un amigo en el Luna Park, llenos de expectativas, que no fueron defraudadas, para ver a una banda con más de 20 años de historia. Una historia que ha pasado desapercibida gracias a la miopía de los medios de masificación cultural que nos dan la pastillita todos los días para hacernos más homogéneos e inocuos. Esta banda, Dream theater, despertó de su tumba al rock progresivo, y se convirtió en un estandarte de una forma de música arriesgada y que pretende permanentemente nuevos caminos y nuevas búsquedas. Como ejemplo puedo citar unas palabras de Mike Portnoy, el baterista y corazón de esta banda, que decía más o menos algo así en una entrevista que leí hace algunos años: Mezclar Slayer con los Beach Boys, y ver que sale, ese es el espíritu de nuestra música.
El rock progresivo para algunos surge del álbum considerado por muchos la piedra filosofal del rock: “Sgt. Pepper´s Lonely Hearts Club Band”. Una explosión en todas direcciones, el big bang; un antes y un después en la historia de la música. El año 1967 fue decisivo para el surgimiento y desarrollo de todo un cúmulo de expresiones musicales que para quien escribe aquí, nunca más fue igualado. Desde el rock sicodélico y espacial de Pink Floyd, pasando por los roces con el jazz rock de Soft Machine, las suites de Moody Blues, la oscura herencia de Procol Harum, los giros medievales de Jethro Tull, la experimentación de King Crimson o el art rock del Genesis de la era Gabriel. Las variantes de expresión de esta forma musical son vastísimas. El inclasificable sonido de Peter Hammill y su Van Der Graaf Generator. El sonido de la escena de Canterbury con nombres como Caravan, Kevin Ayers, Robert Wyatt o el minimalismo del Krautrock alemán de la mano de Can, Amon Düül o Tangerine Dream. Los innovadores y experimentales sonidos de Brian Eno, Robert Fripp ya sin su Rey. En fin, la lista es casi infinita.
Pero la otra pata de este asunto se inicia de la mano de la santísima trinidad del Hard Rock, formada por Black Sabbath, Deep Purple y Led Zeppelín. La parte más metálica, o más pesada de este asunto. La conjunción de ambos estilos, definiría toda una corriente y una forma de sentir la música. Estas; el heavy rock, o heavy metal, y el rock progresivo se convirtieron de a poco en una parodia de sí mismos y perdieron toda su esencia. El punk se encargó de ponerle la tapa al ataúd de estos dos géneros que se pusieron grandilocuentes, bobos y de espaldas a la gente, volviéndose soberanamente soporíferos. El metal resurge de la mano de Iron Maiden y un poco más adelante Metallica termina tirando al género hacia las nuevas fronteras, por su parte la música progresiva de buena estirpe se mantuvo subterráneamente sonando en lugares pequeños, convirtiéndose en semillero de grandes músicos e instrumentistas. Ya iniciados los 90, de la mano del grunge, el rock recupera peldaños de popularidad y vigencia. Y genera espacios para que proyectos que combinan el metal y la música progresiva empiecen a sonar fuertemente. Queensryche, Fates Warning y otras bandas empiezan a hacerse oír. De entre todas ellas será Dream Theater con su disco de 1992, Images & words la que definirá toda una vertiente musical. Pesados, experimentales y melodiosos, esas son 3 de las grandes características que definen la música de esta gran banda, la cuarta y quizás más importante es el virtuosismo que demuestran en su forma de tocar, que sin embargo nunca va en detrimento de la capacidad de expresar sentimientos con potencia y claridad. Sumamente dúctiles en su interpretación pueden pasar de pasajes climáticos, a melodías muy bien logradas o riff demoledores sin que te des cuenta de que ha sucedido. Así que pueden imaginarse las expectativas que había para ver a este quinteto. Hechas las presentaciones, en la próxima parte de la nota vamos directo al grano. Un recital imponente.